Modelo Educacional Constructivo
Como asesoras, nos situamos en el modelo educacional constructivo. Para entender nuestro posicionamiento y por tanto, los ejemplos prácticos de medidas de atención a la diversidad que iremos mostrando en esta web, debemos primero introducir los tres pilares básicos de nuestro marco teórico de referencia:
1. Las diferencias individuales: el origen de las diferencias individuales no se debe exclusivamente a las características de los individuos ni a las de los entornos en los que se desarrollan, sino en la interacción entre lo uno y lo otro. Esta afirmación toma sentido des de la concepción que el aprendizaje es un proceso que “tira” del desarrollo y lo promueve. Este aprendizaje no se da en el vacío sino que ocurre en situaciones de interacción dónde se ven implicados: el individuo, los agentes educativos y las experiencias en las que participan. Entender las diferencias individuales de este modo amplia el foco de intervención y pasa de centrarse solamente en el individuo a incluir las características del sistema.
2. Enseñanza y aprendizaje: entendemos, desde la perspectiva constructivista, que el aprendizaje surge de la puesta en relación entre lo que el aprendiz aporta en el acto de aprender y los elementos o componentes de las situaciones y actividades en las que se desarrolla este acto (Coll, 2010). En relación a los aprendizajes escolares, éstos exigen realizar un esfuerzo para poder atribuir un sentido a la situación y al contenido del aprendizaje para que así, sean capaces de construir significados (poniendo en relación los contenidos de aprendizaje que son relevantes para ellos con sus proyectos de vida personal). Atribuir sentido y significado no es algo que los alumnos lleven consigo sino que se construye mediante una acción educativa especializada. En consecuencia, la enseñanza aparece como una ayuda (totalmente necesaria) al proceso de construcción de significados y de atribución de sentido que deben hacer los alumnos en relación a los aprendizajes escolares. Por tanto, des de esta perspectiva, la enseñanza y el aprendizaje son dos procesos indisociables que se necesitan el uno al otro.
3. Conceptualización de la realidad: La perspectiva sistémica nos permite conocer el centro en su globalidad atendiendo a las interacciones y relaciones que se producen dentro y fuera de la institución. El centro educativo es un sistema social abierto y complejo formado por varios subsistemas (ciclo, clase, departamento, etc.) que se relacionan en su interior y entre sí. De tal manera que lo que sucede en un subsistema afecta en mayor o menor grado de intensidad en el resto de subsistemas y a la escuela en su totalidad, en consecuencia, cada intervención que se haga en ella tendrá repercusiones en el resto del sistema (Huguet, 2006). Para conocer el centro deben tenerse en cuenta tres aspectos (Huguet, 2011): la cultura del mismo, cada centro posee su propia historia, valores e identidad, acompañado de los valores que ha ido adquiriendo, a partir de la imagen que se ha creado y ha proyectado al exterior; su estructura y organización y las comunicaciones, se requieren organizaciones flexibles, capaces de afrontar los problemas que surgen y de aprovecharlos para producir cambios que las hagan avanzar; las relaciones y su clima relacional, un objetivo importante del asesor y de la institución en su conjunto, es llegar a lograr comunicaciones fluidas con los distintos subsistemas y ayudar a establecer puentes y comunicaciones tranquilas que aumenten la confianza.
1. Las diferencias individuales: el origen de las diferencias individuales no se debe exclusivamente a las características de los individuos ni a las de los entornos en los que se desarrollan, sino en la interacción entre lo uno y lo otro. Esta afirmación toma sentido des de la concepción que el aprendizaje es un proceso que “tira” del desarrollo y lo promueve. Este aprendizaje no se da en el vacío sino que ocurre en situaciones de interacción dónde se ven implicados: el individuo, los agentes educativos y las experiencias en las que participan. Entender las diferencias individuales de este modo amplia el foco de intervención y pasa de centrarse solamente en el individuo a incluir las características del sistema.
2. Enseñanza y aprendizaje: entendemos, desde la perspectiva constructivista, que el aprendizaje surge de la puesta en relación entre lo que el aprendiz aporta en el acto de aprender y los elementos o componentes de las situaciones y actividades en las que se desarrolla este acto (Coll, 2010). En relación a los aprendizajes escolares, éstos exigen realizar un esfuerzo para poder atribuir un sentido a la situación y al contenido del aprendizaje para que así, sean capaces de construir significados (poniendo en relación los contenidos de aprendizaje que son relevantes para ellos con sus proyectos de vida personal). Atribuir sentido y significado no es algo que los alumnos lleven consigo sino que se construye mediante una acción educativa especializada. En consecuencia, la enseñanza aparece como una ayuda (totalmente necesaria) al proceso de construcción de significados y de atribución de sentido que deben hacer los alumnos en relación a los aprendizajes escolares. Por tanto, des de esta perspectiva, la enseñanza y el aprendizaje son dos procesos indisociables que se necesitan el uno al otro.
3. Conceptualización de la realidad: La perspectiva sistémica nos permite conocer el centro en su globalidad atendiendo a las interacciones y relaciones que se producen dentro y fuera de la institución. El centro educativo es un sistema social abierto y complejo formado por varios subsistemas (ciclo, clase, departamento, etc.) que se relacionan en su interior y entre sí. De tal manera que lo que sucede en un subsistema afecta en mayor o menor grado de intensidad en el resto de subsistemas y a la escuela en su totalidad, en consecuencia, cada intervención que se haga en ella tendrá repercusiones en el resto del sistema (Huguet, 2006). Para conocer el centro deben tenerse en cuenta tres aspectos (Huguet, 2011): la cultura del mismo, cada centro posee su propia historia, valores e identidad, acompañado de los valores que ha ido adquiriendo, a partir de la imagen que se ha creado y ha proyectado al exterior; su estructura y organización y las comunicaciones, se requieren organizaciones flexibles, capaces de afrontar los problemas que surgen y de aprovecharlos para producir cambios que las hagan avanzar; las relaciones y su clima relacional, un objetivo importante del asesor y de la institución en su conjunto, es llegar a lograr comunicaciones fluidas con los distintos subsistemas y ayudar a establecer puentes y comunicaciones tranquilas que aumenten la confianza.
Partiendo de las bases teóricas presentadas en los párrafos anteriores, las finalidades del asesoramiento y por tanto de intervención, en lugar de centrase de manera prioritaria en medidas del tipo correctivo y compensador, priman las medidas preventivas y optimizadoras las cuales tienen en cuenta las dificultases de manera contextualizada y aprovechan las posibilidades de una intervención indirecta. El objetivo de este tipo de intervenciones es optimizar las variables organizativas, curriculares, de interacción y relación implicadas en los procesos de enseñanza-aprendizaje.
Una vez presentadas las bases teóricas y las finalidades del asesoramiento, debemos explicitar qué papel debe jugar el asesor teniendo en cuenta todas estas premisas. El asesor es un experto ya que posee formación especializada en su ámbito. Sin embargo ser experto no implica que el asesor deba establecer una relación jerárquica con los docentes sino que debe establecer una relación de colaboración en la que sitúe en el mismo plano. Esto es, reconocer que el trabajo de uno no puede llevarse a cabo sin la participación del otro; reconocer la competencia profesional de todos y entender que las situaciones complejas que se plantean en la escuela no pueden ser abordadas des de planteamientos simples y en soledad (Solé y Martín, 2011).