Educación Inclusiva
Una perspectiva tradicional asume que la enseñanza puede llevarse a cabo al margen de las características del alumno al que se dirige y concluye que, si no se produce el éxito esperado, ello se debe a las características de los alumnos y no a la enseñanza.
Sin embargo, desde nuestro planteamiento, no podemos estar de acuerdo con esta afirmación puesto que concebimos las diferencias individuales como resultado de la interacción entre los individuos y su entorno y entendemos la enseñanza y el aprendizaje como unidades indisociables que parten de un mismo proceso. Siendo así, no podemos concebir que el sistema educativo se plantee al margen del alumno y que además atribuya toda la responsabilidad del rendimiento del alumno a las capacidades individuales del mismo.
Sin embargo, desde nuestro planteamiento, no podemos estar de acuerdo con esta afirmación puesto que concebimos las diferencias individuales como resultado de la interacción entre los individuos y su entorno y entendemos la enseñanza y el aprendizaje como unidades indisociables que parten de un mismo proceso. Siendo así, no podemos concebir que el sistema educativo se plantee al margen del alumno y que además atribuya toda la responsabilidad del rendimiento del alumno a las capacidades individuales del mismo.
Una escuela que apueste por la inclusión puede y debe adaptar la enseñanza a los distintos alumnos, fomentando la plena participación de todo el alumnado de tal modo que el “aprender juntos” sea una realidad. Según Onrubia (2011, p. 174): “La educación inclusiva supone una apuesta por una transformación global de la escuela y de los sistemas educativos que sitúe la capacidad de responder a la diversidad del alumnado de manera no excluyente ni segregadora y de promover el éxito y la inclusión social de todo el alumnado, como ejes de la calidad de la enseñanza. Remite al derecho de todos los alumnos y alumnas a recibir una educación escolar que pueda satisfacer sus necesidades básicas de aprendizaje y desarrollo, y se vincula al fomento de la cohesión social y a la lucha contra cualquier forma de discriminación.”
Caminar hacia una educación inclusiva implica garantizar la plena participación de todo el alumnado en los centros y las aulas ordinarias favoreciendo la excelencia de cada uno de los alumnos (entendiendo excelencia como que cada uno alcance el máximo rendimiento a partir de sus posibilidades) en especial de aquellos alumnos en mayor riesgo de marginación, exclusión o fracaso escolar. A partir de la transformación y el enriquecimiento de las prácticas educativas ordinarias (haciéndolas más flexibles y diversificadas) se espera que se eliminen las barreras que dificultan el aprendizaje y la participación (Onrubia, 2009).
Adoptar esta postura supone adquirir una actitud orientada permanentemente al cambio, la innovación y la mejora de la práctica educativa debido a que la inclusión es una meta educativa y social a largo plazo. En otras palabras, la inclusión es un ideal al que aspirar que comporta un proceso largo, complejo y costoso que únicamente puede ser abordado desde el diálogo, la negociación y la colaboración entre todos los implicados.
Caminar hacia una educación inclusiva implica garantizar la plena participación de todo el alumnado en los centros y las aulas ordinarias favoreciendo la excelencia de cada uno de los alumnos (entendiendo excelencia como que cada uno alcance el máximo rendimiento a partir de sus posibilidades) en especial de aquellos alumnos en mayor riesgo de marginación, exclusión o fracaso escolar. A partir de la transformación y el enriquecimiento de las prácticas educativas ordinarias (haciéndolas más flexibles y diversificadas) se espera que se eliminen las barreras que dificultan el aprendizaje y la participación (Onrubia, 2009).
Adoptar esta postura supone adquirir una actitud orientada permanentemente al cambio, la innovación y la mejora de la práctica educativa debido a que la inclusión es una meta educativa y social a largo plazo. En otras palabras, la inclusión es un ideal al que aspirar que comporta un proceso largo, complejo y costoso que únicamente puede ser abordado desde el diálogo, la negociación y la colaboración entre todos los implicados.