La adaptación del currículum
Adaptar el currículum es una de las mejoras que podemos introducir para atender la diversidad de alumnado. Ello puede hacerse en tres niveles distintos: el centro, el aula y el alumno.
I. Adaptación curricular en el centro
Se trata de adecuar el currículum a la realidad del centro escolar, y no a la inversa. Para ello, se tendrán en cuenta una serie de criterios que incluyan elementos comprensivos y adaptativos a esa diversidad del alumnado, y que serán tenidos en cuenta en la elaboración del Proyecto Curricular de Centro (PCC).
¿Qué enseñamos? Objetivos y contenidos
El centro ha de priorizar qué objetivos y qué contenidos y realizar una planificación que permita alcanzar los objetivos más generales de cada etapa educativa. Por tanto, los objetivos y contenidos que un centro priorice pueden no ser los mismos para otros, ya que éstos deberán ir en función de la realidad del centro, de sus recursos materiales y personales.
Algunos de los criterios que nos pueden ayudar en el proceso de concreción del PPC son los propuestos por Aldámiz y otros (2001):
· Adecuar los objetivos generales de cada etapa y los objetivos de cada área al tipo de población que recibe el centro educativo. El entorno social y cultural del alumno ha de ser un punto de partida y nunca un elemento limitador de la enseñanza.
· Priorizar y secuenciar los contenidos que más ayuden a alcanzar los objetivos generales de cada etapa y los objetivos de cada área. Por ejemplo, priorizando aquellos que respondan a los intereses, motivaciones y expectativas del alumnado; aquellos nos permitan lograr los objetivos generales y específicos de cada área con más facilidad; aquellos que sean más funcionales y significativos; y aquellos que sean de procedimientos y actitudes, sobretodo en el caso del alumnado con dificultades.
· Reflexionar acerca de la secuencia de los contenidos de las distintas áreas a lo largo del ciclo y de la etapa, de manera que nos aseguremos de la necesaria coherencia entre unos y otros.
¿Cómo enseñamos? Estilos de aprendizaje y metodologías
Para saber cómo enseñar es importante saber cómo aprende el alumnado. Según Aldámiz y otros (2001), se trata de adaptar las metodologías de enseñanza a los estilos de aprendizaje del alumnado con el fin de facilitar, en la medida de lo posible, que todos puedan tener experiencias de éxito y que puedan formar un autoconcepto positivo como estudiante. Con ello, se conseguiría un mayor grado de implicación personal en el proceso de aprendizaje por parte del alumnado, algo muy relacionado con el grado de funcionalidad y significatividad de los contenidos ofrecidos por el centro escolar.
El uso de distintas metodologías nos ayudará a potenciar la autonomía en el trabajo, el respeto y la adecuación al ritmo de cada uno, el trabajo en equipo, la puesta en práctica de los contenidos y poder generalizarlos a otros ámbitos, etc. Por ejemplo, relacionar el aprendizaje escolar con el entorno social y cultural del alumnado nos puede ayudar a que los contenidos ganen significatividad y funcionalidad.
Además, deberemos tomar decisiones respecto a la presentación de los contenidos (¿se presentan de manera relacionada con contenidos de otras áreas?, ¿se detallan y comparten los objetivos?, ¿se relacionan con lo aprendido anteriormente? ¿y con lo que se explicará después?).
Sin embargo, el uso de una metodología no es garantía de un mayor éxito educativo si no va acompañada de unas medidas curriculares adecuadas. El “cómo enseñar” ha de estar muy vinculado al “qué enseñar”.
¿Cuándo enseñamos? Secuenciación
Se trata de ajustar el ritmo de enseñanza al ritmo de aprendizaje del alumnado, de manera que se adapten los momentos de introducción de nuevos contenidos y los tiempos de realización de las distintas actividades de aprendizaje.
Lo importante aquí es ajustar la ayuda educativa del profesor a las respuestas del alumnado y, por tanto, la importancia de la evaluación formativa como instrumento para ajustar y reajustar el proceso de enseñanza y aprendizaje.
¿Qué, cómo y cuándo evaluamos?
Respecto al “qué evaluamos” decir que la evaluación debe ser más cualitativa que cuantitativa, y priorizar las capacidades que el alumnado ha adquirido más que los contenidos de tipo conceptual. Algunas de las capacidades que el Congreso del Proyecto Educativo de la ciudad de Barcelona (1999) ha señalado como valoradas por el mercado laboral son: la capacidad de trabajar en equipo, la capacidad de adaptación, la capacidad de llegar a un consenso, la capacidad de organización, la capacidad de intuición, la capacidad de gestionarse autónomamente, la capacidad de buscar información, la capacidad de crear redes relacionales, la capacidad continuar aprendiendo y, por último, la capacidad de reinventar el puesto de trabajo en función de las nuevas condiciones.
Todo el alumnado que cumpla con los objetivos del PCC y, por tanto, que haya adquirido en gran parte las capacidades anteriores está en disposición de acreditar la etapa correspondiente.
En relación al “cómo evaluamos” deberíamos buscar formas de averiguar lo que el alumno ha aprendido. Decir aquí que las evaluaciones estandarizadas que se pasan a todo el alumnado por igual y que no atienden a las diferencias individuales de éste resultan poco útiles a este propósito. Por tanto, sería conveniente revisar los instrumentos actuales y poder ofrecer unos nuevos que fueran más pertinentes con un modelo educativo más inclusivo.
Por último, en relación al “cuándo evaluamos”, señalar la importancia de conocer y aplicar la evaluación inicial y formativa como elementos de ajuste y reajuste de la práctica educativa a las respuestas del alumnado.
I. Adaptación curricular en el centro
Se trata de adecuar el currículum a la realidad del centro escolar, y no a la inversa. Para ello, se tendrán en cuenta una serie de criterios que incluyan elementos comprensivos y adaptativos a esa diversidad del alumnado, y que serán tenidos en cuenta en la elaboración del Proyecto Curricular de Centro (PCC).
¿Qué enseñamos? Objetivos y contenidos
El centro ha de priorizar qué objetivos y qué contenidos y realizar una planificación que permita alcanzar los objetivos más generales de cada etapa educativa. Por tanto, los objetivos y contenidos que un centro priorice pueden no ser los mismos para otros, ya que éstos deberán ir en función de la realidad del centro, de sus recursos materiales y personales.
Algunos de los criterios que nos pueden ayudar en el proceso de concreción del PPC son los propuestos por Aldámiz y otros (2001):
· Adecuar los objetivos generales de cada etapa y los objetivos de cada área al tipo de población que recibe el centro educativo. El entorno social y cultural del alumno ha de ser un punto de partida y nunca un elemento limitador de la enseñanza.
· Priorizar y secuenciar los contenidos que más ayuden a alcanzar los objetivos generales de cada etapa y los objetivos de cada área. Por ejemplo, priorizando aquellos que respondan a los intereses, motivaciones y expectativas del alumnado; aquellos nos permitan lograr los objetivos generales y específicos de cada área con más facilidad; aquellos que sean más funcionales y significativos; y aquellos que sean de procedimientos y actitudes, sobretodo en el caso del alumnado con dificultades.
· Reflexionar acerca de la secuencia de los contenidos de las distintas áreas a lo largo del ciclo y de la etapa, de manera que nos aseguremos de la necesaria coherencia entre unos y otros.
¿Cómo enseñamos? Estilos de aprendizaje y metodologías
Para saber cómo enseñar es importante saber cómo aprende el alumnado. Según Aldámiz y otros (2001), se trata de adaptar las metodologías de enseñanza a los estilos de aprendizaje del alumnado con el fin de facilitar, en la medida de lo posible, que todos puedan tener experiencias de éxito y que puedan formar un autoconcepto positivo como estudiante. Con ello, se conseguiría un mayor grado de implicación personal en el proceso de aprendizaje por parte del alumnado, algo muy relacionado con el grado de funcionalidad y significatividad de los contenidos ofrecidos por el centro escolar.
El uso de distintas metodologías nos ayudará a potenciar la autonomía en el trabajo, el respeto y la adecuación al ritmo de cada uno, el trabajo en equipo, la puesta en práctica de los contenidos y poder generalizarlos a otros ámbitos, etc. Por ejemplo, relacionar el aprendizaje escolar con el entorno social y cultural del alumnado nos puede ayudar a que los contenidos ganen significatividad y funcionalidad.
Además, deberemos tomar decisiones respecto a la presentación de los contenidos (¿se presentan de manera relacionada con contenidos de otras áreas?, ¿se detallan y comparten los objetivos?, ¿se relacionan con lo aprendido anteriormente? ¿y con lo que se explicará después?).
Sin embargo, el uso de una metodología no es garantía de un mayor éxito educativo si no va acompañada de unas medidas curriculares adecuadas. El “cómo enseñar” ha de estar muy vinculado al “qué enseñar”.
¿Cuándo enseñamos? Secuenciación
Se trata de ajustar el ritmo de enseñanza al ritmo de aprendizaje del alumnado, de manera que se adapten los momentos de introducción de nuevos contenidos y los tiempos de realización de las distintas actividades de aprendizaje.
Lo importante aquí es ajustar la ayuda educativa del profesor a las respuestas del alumnado y, por tanto, la importancia de la evaluación formativa como instrumento para ajustar y reajustar el proceso de enseñanza y aprendizaje.
¿Qué, cómo y cuándo evaluamos?
Respecto al “qué evaluamos” decir que la evaluación debe ser más cualitativa que cuantitativa, y priorizar las capacidades que el alumnado ha adquirido más que los contenidos de tipo conceptual. Algunas de las capacidades que el Congreso del Proyecto Educativo de la ciudad de Barcelona (1999) ha señalado como valoradas por el mercado laboral son: la capacidad de trabajar en equipo, la capacidad de adaptación, la capacidad de llegar a un consenso, la capacidad de organización, la capacidad de intuición, la capacidad de gestionarse autónomamente, la capacidad de buscar información, la capacidad de crear redes relacionales, la capacidad continuar aprendiendo y, por último, la capacidad de reinventar el puesto de trabajo en función de las nuevas condiciones.
Todo el alumnado que cumpla con los objetivos del PCC y, por tanto, que haya adquirido en gran parte las capacidades anteriores está en disposición de acreditar la etapa correspondiente.
En relación al “cómo evaluamos” deberíamos buscar formas de averiguar lo que el alumno ha aprendido. Decir aquí que las evaluaciones estandarizadas que se pasan a todo el alumnado por igual y que no atienden a las diferencias individuales de éste resultan poco útiles a este propósito. Por tanto, sería conveniente revisar los instrumentos actuales y poder ofrecer unos nuevos que fueran más pertinentes con un modelo educativo más inclusivo.
Por último, en relación al “cuándo evaluamos”, señalar la importancia de conocer y aplicar la evaluación inicial y formativa como elementos de ajuste y reajuste de la práctica educativa a las respuestas del alumnado.
II. Adaptación curricular en el aula
La adaptación del currículo en el aula permite al maestro dar respuestas diferenciadas e inclusivas a todo el alumnado. Es en el aula donde el maestro tiene la oportunidad, mediante la adaptación de las programaciones (Aldámiz et al., 2001), de ofrecer oportunidades de aprendizaje a todo el alumnado.
Para el diseño de las programaciones, el maestro podrá servirse de las medidas de atención a la diversidad concretadas en el Proyecto Curricular de Centro (PCC).
¿Qué enseñamos? Objetivos y contenidos
Los objetivos deberán ser coherentes con las características del alumnado y deberán tener en cuenta los conocimientos previos de los alumnos para proponer el aprendizaje de otros nuevos.
Una de las tareas que ayudarán al maestro a dar respuestas diferenciadas será el distinguir aquellos contenidos que son fundamentales de aquellos que son complementarios o de ampliación. Y así, dar prioridad a aquellos que son imprescindibles para superar la etapa educativa.
¿Cómo enseñamos? Estilos de aprendizaje y metodologías
En la tarea de lograr la adquisición de los contenidos propios de cada etapa educativa, el maestro puede adaptar su enseñanza a los distintos ritmos de aprendizaje, proponiendo actividades diversas, utilizando materiales adaptados y con distinto grado de dificultad.
Las programaciones deben usarse de manera cíclica y no lineal, de manera que se puedan revisar en función de los aprendizajes de los alumnos.
¿Cuándo enseñamos? Secuenciación
Hay que dar el tiempo necesario para que los alumnos puedan aprender y, para ello, es importante disponer de tiempos para la reflexión, para el trabajo individual y en grupo, para la realización de trabajos de síntesis, etc.
No debemos de olvidar que disponemos de toda una etapa, de todo un ciclo y de toda la escolaridad para enseñar los contenidos fundamentales y lograr los objetivos generales.
¿Qué, cómo y cuándo evaluamos?
La evaluación debe ser incluida en todo el proceso de enseñanza y aprendizaje y es importante que los alumnos se sientan partícipes de los criterios de evaluación.
Por su parte, las actividades de evaluación han de tener en cuenta los estilos de aprendizaje de los alumnos, especialmente de aquellos con necesidades educativas especiales (NEE), y tener un carácter formativo.
La adaptación del currículo en el aula permite al maestro dar respuestas diferenciadas e inclusivas a todo el alumnado. Es en el aula donde el maestro tiene la oportunidad, mediante la adaptación de las programaciones (Aldámiz et al., 2001), de ofrecer oportunidades de aprendizaje a todo el alumnado.
Para el diseño de las programaciones, el maestro podrá servirse de las medidas de atención a la diversidad concretadas en el Proyecto Curricular de Centro (PCC).
¿Qué enseñamos? Objetivos y contenidos
Los objetivos deberán ser coherentes con las características del alumnado y deberán tener en cuenta los conocimientos previos de los alumnos para proponer el aprendizaje de otros nuevos.
Una de las tareas que ayudarán al maestro a dar respuestas diferenciadas será el distinguir aquellos contenidos que son fundamentales de aquellos que son complementarios o de ampliación. Y así, dar prioridad a aquellos que son imprescindibles para superar la etapa educativa.
¿Cómo enseñamos? Estilos de aprendizaje y metodologías
En la tarea de lograr la adquisición de los contenidos propios de cada etapa educativa, el maestro puede adaptar su enseñanza a los distintos ritmos de aprendizaje, proponiendo actividades diversas, utilizando materiales adaptados y con distinto grado de dificultad.
Las programaciones deben usarse de manera cíclica y no lineal, de manera que se puedan revisar en función de los aprendizajes de los alumnos.
¿Cuándo enseñamos? Secuenciación
Hay que dar el tiempo necesario para que los alumnos puedan aprender y, para ello, es importante disponer de tiempos para la reflexión, para el trabajo individual y en grupo, para la realización de trabajos de síntesis, etc.
No debemos de olvidar que disponemos de toda una etapa, de todo un ciclo y de toda la escolaridad para enseñar los contenidos fundamentales y lograr los objetivos generales.
¿Qué, cómo y cuándo evaluamos?
La evaluación debe ser incluida en todo el proceso de enseñanza y aprendizaje y es importante que los alumnos se sientan partícipes de los criterios de evaluación.
Por su parte, las actividades de evaluación han de tener en cuenta los estilos de aprendizaje de los alumnos, especialmente de aquellos con necesidades educativas especiales (NEE), y tener un carácter formativo.
III. Adaptación curricular individualizada (ACI)
Cuando todas las ayudas educativas ofrecidas desde el Proyecto Curricular de Centro (PCC) y desde las programaciones de aula no son suficientes, hay que realizar una adaptación más individualizada (Aldámiz et al., 2001).
Esta adaptación es importante que quede recogida en un sólo documento, que será elaborado por todos los profesionales que estén implicados en el proceso de enseñanza y aprendizaje del alumno con necesidades educativas especiales (NEE), y requerirá un alto grado de concreción del currículo.
Las adaptaciones del currículo pueden ser significativas, cuando modifiquen elementos prescriptivos del currículo, y no significativas, cuando no modifiquen ningún elemento prescriptivo del currículo. En el primer caso deberán ser autorizadas por la Administración educativa y el segundo caso sólo por el centro educativo.
Las ACI también pueden realizarse para un grupo en concreto como, por ejemplo, los grupos de alumnos de las Unidades de Adaptación Curricular (UAC), de las Unidades de Escolarización Externa (UEE) y de las escuelas especiales. También podrán hacerse ACI’s cuando los alumnos tengan muchas capacidades.
Partes principales de una ACI
1. Evaluación de las necesidades educativas especiales (NEE)
Su objetivo es el de conocer al alumno y detallar sus necesidades educativas. Esta parte es elaborada por los maestros y profesores implicados y por los profesionales del Equipo de Asesoramiento Psicopedagógico (EAP).
2. Propuesta curricular
La propuesta curricular incluirá qué enseñar, cómo enseñar, cuándo enseñar y qué, cómo y cuándo evaluar.
3. Acuerdo de los maestros y profesores, de los padres y del alumno (en el caso de la Educación Obligatoria Secundaria)
Es importante que todas las personas implicadas estén de acuerdo en lo detallado en la ACI.
Cuando todas las ayudas educativas ofrecidas desde el Proyecto Curricular de Centro (PCC) y desde las programaciones de aula no son suficientes, hay que realizar una adaptación más individualizada (Aldámiz et al., 2001).
Esta adaptación es importante que quede recogida en un sólo documento, que será elaborado por todos los profesionales que estén implicados en el proceso de enseñanza y aprendizaje del alumno con necesidades educativas especiales (NEE), y requerirá un alto grado de concreción del currículo.
Las adaptaciones del currículo pueden ser significativas, cuando modifiquen elementos prescriptivos del currículo, y no significativas, cuando no modifiquen ningún elemento prescriptivo del currículo. En el primer caso deberán ser autorizadas por la Administración educativa y el segundo caso sólo por el centro educativo.
Las ACI también pueden realizarse para un grupo en concreto como, por ejemplo, los grupos de alumnos de las Unidades de Adaptación Curricular (UAC), de las Unidades de Escolarización Externa (UEE) y de las escuelas especiales. También podrán hacerse ACI’s cuando los alumnos tengan muchas capacidades.
Partes principales de una ACI
1. Evaluación de las necesidades educativas especiales (NEE)
Su objetivo es el de conocer al alumno y detallar sus necesidades educativas. Esta parte es elaborada por los maestros y profesores implicados y por los profesionales del Equipo de Asesoramiento Psicopedagógico (EAP).
2. Propuesta curricular
La propuesta curricular incluirá qué enseñar, cómo enseñar, cuándo enseñar y qué, cómo y cuándo evaluar.
3. Acuerdo de los maestros y profesores, de los padres y del alumno (en el caso de la Educación Obligatoria Secundaria)
Es importante que todas las personas implicadas estén de acuerdo en lo detallado en la ACI.